18 octubre, 2013

Tea Party: el peligro del té con plastas

Si la reciente crisis presupuestaria en EE UU ha puesto de manifiesto algún grave peligro -además de la significativa falta de fiabilidad del país del dólar de cara a la economía global- es la constatación, más allá de cualquier duda o cuestión de matiz, de que el llamado 'Tea Party' es una rémora nefasta para la política interior y exterior del país que pretende y cree liderar el mundo. Las tácticas de filibusterismo (obstrucción parlamentaria) deplegadas por los republicanos hasta el último minuto, con los miembros del 'Tea Party' en vanguardia, han llevado la incertidumbre a todos los meridianos del mundo y han lesionado gravemente, entre los estadounidenses, la imagen del partido del elefante como alternativa de poder.

Lo que los del té con plastas buscaban, como mínimo botín de su intransigencia para aprobar los presupuestos y el aumento del 'techo' de endeudamiento, era cargarse.la ley sanitaria conocida como 'Obamacare', gran caballo de batalla para cuantos rechazan la extensión de los servicios de salud a todos los ciudadanos. Cualquiera podía predecir, desde el principio de la confrontación, que no lo iban a lograr y que tampoco podían llevar su irresponsabilidad al extremo de hacer realidad la insolvencia del país. Obama no iba a ceder ni un ápice sobre su preciada ley porque es, hasta la fecha, el único logro en política social que puede ofrecer a sus votantes tras haberse batido en retirada de todas sus promesas. Las mentes calenturientas del 'Tea Party' lo creyeron posible y la consecuencia ha sido un doloroso disparo en el pie del Partido Republicano.

A medida que la crisis presupuestaria se prolongaba la inicial confianza de los mercados se transformó en nerviosismo y los movimientos financieros se ralentizaron y adoptaron, dentro de lo posible, medidas prudenciales por si ocurría lo peor. Los principales acreedores de EE UU, China y Japón, rompieron su crispado silencio para recordar a Washington que el reloj corría en contra de sus intereses. El enfado de Pekín, que en estos días superaba a EE UU como mayor consumidor de petróleo del mundo, fue mayor que cualquier otro, hasta el punto de que finalmente ha decidido acelerar la implantación de su propia divisa, el polémico 'renminbi' (o yuan), harto de financiar a EE UU para acopiar dólares con los que garantizar su propia solvencia exterior.

Es inimaginable lo que sucederá a principios de 2014 en EE UU, cuando se reproduzca el debate que ahora se ha superado de modo tan accidentado. Cabe imaginar que el Partido Republicano ha tomado buena nota del precedente e intentará sujetar a los adictos al té con plastas, pero al tratarse de un grupo tan heterogéneo, incongruente y asilvestrado nada es descartable. No se debe olvidar que esa caótica conjunción de 'libertarians' (libertarios de derechas, partidarios de reducir la dimensión del Estado a su mínima expresión), fundamentalistas religiosos, racistas inconfesos y criptofascistas, que se amparan en la 'sagrada Constitución' y en las 'suras' de los 'padres fundadores' del 'país de los libres', cuenta con el apoyo ferviente e incondicional del segundo grupo empresarial del país (dirigido por las hermanos Koch, Charles y David) y que entre las estrellas emergentes de los republicanos se halla el senador cubano-americano Ted Cruz, empeñado en una confrontación muy personal con Obama, al que tal vez aspira a relevar en la Casa Blanca con el apoyo de los 'locos del té'.


Pie de foto: Ted Cruz, senador republicano por Texas.

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