Si uno lee este texto de 'El País' - y debería hacerlo por su propio interés, así como los enlaces
epigrafiados "Más información" - llegará inevitablemente a la conclusión
de que el desastre en que nos hallamos no sólo no va a detenerse, sino
que se acentuará en los años venideros hasta un punto que es imposible
imaginar.
El cuadro optimista que el Gobierno intenta vender, así como
los Presupuestos que acaba de presentar,
son irreales y no es sorprendente, en consecuencia, la incredulidad de
partidos, sindicatos y patronal al respecto. Las ayudas a la banca han
elevado la deuda y el déficit a su cénit histórico. El pago de la deuda
soberana y sus intereses supone un importe superior al de los ahorros
que se logran mediante severos recortes en apartados de grave incidencia
social. Sanidad y Educación-Cultura van a seguir siendo víctimas
propiciatorias de esos hachazos y el horizonte de su privatización se
aproxima vertiginosamente.
Por otra parte, la asistencia a los
desempleados y a los pobres se reduce drásticamente. Para colmo, mientras se reduce el número de funcionarios
aumenta el de los altos cargos (el 4,3%). ¿En qué manos estamos? ¿Adonde
nos quiere llevar esta banda de ineptos y desalmados sonrientes que
tenemos por Gobierno? Si todo esto no es una provocación, se le parece
mucho. Demasiado.
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