14 diciembre, 2008

Economía virtual (I): El imperio de los 'Scrooges'

Desde que se inició la virulenta crisis económica que vivimos diariamente en forma de sorpresa, sobresalto y desgracia se oye mucho hablar de la economía real. Se supone que se alude así a la economía productiva, que vincula -de modo directo y más o menos transparente- trabajo con salario, beneficio con ventas y demanda con oferta.

La 'otra economía', que es la piedra de escándalo y la fuente de todas las desconfianzas y temores, raramente recibe un apellido, tal vez porque ninguno de los posibles la define de modo suficiente. Sin embargo, lo opuesto a lo real -además de lo irreal- es lo virtual. Y ese, el de virtual, debería ser el calificativo que definiera el conjunto de prácticas de la economía financiera especulativa y el espíritu que las preside.

La economía virtual no tiene nada que ver con un producto material (salvo si hablamos específicamente de especulación inmobiliaria) y si algo tiene que ver con el trabajo es muy poco y de modo indirecto. En cuanto al cumplimiento de la ley de la oferta y la demanda, sólo por remotas similitudes se pude hablar de ello. La demanda, en concreto, no obedece a la necesidad o el deseo de adquirir un bien determinado, sino a la expectativa de dar al capital propio una rentabilidad que se duda lograr por otros medios.

La economía real es productiva, genera bienes y servicios, puestos de trabajo y estabilidad social. La economía virtual es especulativa y parasitaria. Su única contribución socialmente positiva es la que hace a la capitalización de las empresas, pero a cambio éstas se encuentran con frecuencia injustificable y perniciosa a merced de maniobras que redundan en su perjuicio.

El modo en que esta crisis está manifestando sus consecuencias nefastas en la economía real, llevando a la quiebra a empresas teóricamente sólidas y forzando a otras a revisar sus previsiones de beneficios y la dimensión de sus plantillas, no deja lugar a dudas acerca de la pésima incidencia que la locura codiciosa de la economía virtual tiene sobre la real. Las caídas en bolsa de muchas empresas no tienen otra razón de ser que las dos enfermedades fundamentales que caracterizan a quienes actúan en los mercados financieros: la codicia y el temor.

Que la patología de una legión de pusilánimes y patéticos 'Scrooges' (1) condicione el rumbo de la economía mundial lo dice todo acerca del propio carácter patológico de un capitalismo incapaz de controlar sus pulsiones antisociales, pero empeñado en controlar todo lo demás, incluidos los estados en los que ejerce su insolidaria labor, disfrazado de providencial filántropo.

Sin duda han oído hablar (o leído acerca) de Bernard Madoff. La brutal crisis que sacude al mundo, y que se ha caracterizado por la ausencia de culpables personales en primer plano, tiene finalmente el nombre y el rostro de un villano. Pero que nadie se engañe. Los Madoff son una selecta multitud y su filosofía es un paradigma. De él partiremos en la próxima entrega.

Continuará.


(1) Por Ebenezer Scrooge, personaje avaro y misántropo de 'Cuento de Navidad', de Charles Dickens.

Ilustración: En la versión inglesa de 'El Pato Donald', el personaje que en la adaptación española se dio en llamar 'Tio Gilito' se llama en realidad Scrooge.

No hay comentarios: