10 abril, 2007

Principio de incertidumbre (Francia en jirones VI)


El principio de incertidumbre rige casi siempre en circunstancias preelectorales, pero no es corriente que se ponga tan en evidencia como ahora mismo en Francia, con la campaña electoral oficialmente abierta. Dieciocho millones de hipotéticos votantes, casi la mitad del censo, no tienen (o dicen no tener) decidida aún su preferencia entre los doce candidatos que participan en la primera vuelta de la carrera por la presidencia de la república.

Tanta indecisión relativiza considerablemente la fiabilidad de los sondeos que diversos institutos de opinión ofrecen con una periodicidad que oscila entre tres días y una semana. El espectrograma resultante de esa auscultación permanente coincide esencialmente en el orden de preferencias (Sarkozy, Royal, Bayrou y Le Pen, por este orden), pero difieren en ocasiones de modo dramático y sorprendente en la distancia porcentual que separa a los dos primeros, desde dos puntos porcentuales hasta ocho, según quien sea el autor del sondeo.

Mientras los candidatos se esfuerzan en aparecer como imprescindibles e intentan desprestigiar a sus rivales, la clave la tienen 18 millones de personas que, al borde de las urnas, no saben (o no quieren confesar) quién es su candidato. En consecuencia, pese a la creencia generalizada de que Sarkozy y Royal competirán en la segunda vuelta, por el imperio del principio de incertidumbre no cabe descartar las sorpresas.

Las anteriores presidenciales causaron una conmoción considerable al enfrentar en la segunda vuelta a Chirac y Le Pen. Nunca la extrema derecha había alcanzado un éxito tan inquietante. El líder de FN ya ha anunciado su convicción de que repetirá su suerte en esta ocasión. Para ello ataca a Sarkozy al subrayar su origen húngaro, apelando a las pulsiones xenófobas de los franceses.

El aludido tampoco se queda a la zaga a la hora de tomar prestadas algunas convicciones más bien nazis como su afirmación de que la pedofilia, la delincuencia o la tendencia al suicidio tienen un origen genético. Y mientras tanto Ségolène sospecha que ambos individuos han tramado un pacto para sacarla del camino.

Pasen y vean. El circo de la democracia ha abierto sus puertas y todo es posible: que el prodigioso equilibrista magiar caiga a la pista; que la hija de un autoritario y desaprensivo militar gobierne Francia con ternura y firmeza maternal; que el gorila comedor de inmigrantes rompa la jaula y habite el Eliseo…

El gráfico muestra los resultados de la última encuesta, publicada ayer. Picar sobre ella para ampliar.

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