06 noviembre, 2006

Muerte, ¿dónde está tu victoria?


Algunas encuestas apuntan el aumento de la tendencia de voto a los republicanos en las últimas horas, nada casualmente en coincidencia con la condena de Sadam Hussein a ser colgado por el cuello hasta morir. Bush ha asegurado, ante un auditorio rugiente de satisfacción, que esta condena ha marcado un hito en el camino hacia la democracia en Irak, en la sustitución del imperio del tirano por el imperio de la ley.

También ha insistido en que el hecho de que la sentencia se produjese dos días antes de las elecciones para renovar la mitad de las cámaras en Estados Unidos nada tiene que ver con los intereses electorales de los republicanos en apuros.

Una mentira comparativamente pequeña si consideramos las precedentes. Y el caso es que el farsante insiste en el cuento de que están exportando la democracia al mundo.

Igual que hemos constatado que el pretexto para invadir Irak (la existencia de armas de destrucción masiva) era falso y comprobamos cada día su incapacidad para neutralizar el germen de una guerra civil que ellos mismos han plantado, llegará el día en que les veamos abandonar el territorio invadido sin volver la vista atrás, ignorando el caos que su avaricia, su cobardía y su torpeza han generado.

Lamentablemente a George W. Bush solo le juzgará la historia. A Sadam Hussein le ha juzgado y le asesinará una justicia irregular y títere. Esa, junto a la muerte indiscriminada de miles de personas, en gran parte civiles, será la ‘gran victoria’ de una de las aventuras bélicas más repugnantes de la historia.

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