20 noviembre, 2004

Ahora... ¿qué?

Siempre evito hablar -y mucho más escribir- de oídas, así que me he tomado el trabajo de leer el texto íntegro de la declaración de Batasuna, su propuesta política para la superación del conflicto vasco, titulada “Orain herria, orain bakea” (“Ahora el pueblo, ahora la paz”). Y cuando digo “me he tomado el trabajo” no incurro en eufemismo alguno. Ha sido penoso enfrentarse a un texto políticamente paupérrimo, que une a su rampante mediocridad teórica la falsificación permanente de la historia, cuya evolución sería precisamente la base que justificaría el ‘sesudo’ y pomposo documento.

El acto de presentación de la declaración fue ‘precalentado’ por un atentado de ETA contra un pequeño refugio militar de montaña, del que salieron indemnes el cabo y los tres soldados que lo guardaban. Al día siguiente Otegui se presentó en el acto de Anoeta parafraseando con notorio oportunismo y falta de escrúpulos a Arafat -recién fallecido- en su discurso ante las Naciones Unidas, al decir que portaba un ramo de olivo, símbolo de la paz. La pistola que el líder palestino dijo llevar en la otra mano, y a la que Otegui no aludió en su discurso a los fieles, ya había sido enarbolada la víspera en una más que obvia advertencia.

Gran parte del documento, de apenas seis folios de extensión, está dedicada a un sumario análisis histórico que comprende desde 1977 hasta la fecha y del que resulta, según la óptica deliberadamente estrábica que los paridores de la declaración adoptan, que el actual planteamiento de reforma constitucional y revisión autonómica estaría determinado por los esfuerzos desplegados por Batasuna, por el ‘reordenamiento estratégico’ realizado desde 1994. “La gran victoria política del conjunto de la izquierda abertzale y del pueblo vasco debe ser ocultada, manipulada, porque sienta un precedente peligroso para los poderes fácticos y los gestores del Estado”, dice el delirante documento.

No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Aunque lo cierto es que seguramente a Batasuna no le queda otra alternativa que fingir que no ve, hacer creer que se puede caminar de derrota en derrota hacia la victoria final. Ilegalizada y con su brazo armado golpeado policialmente hasta casi la extinción, quizás sólo puede seguir vendiendo el espejismo de su propia importancia e incluso transcendentalidad. Con su programa máximo en manos de la derecha nacionalista (Plan Ibarretxe) en una incuestionable operación de robo de votos, Batasuna exhibe una sonrisa jactanciosa, dice “mover ficha”, ofrece diálogo y propone flexibilidad. Patético.

A cambio del diálogo (exclusivamente en el marco vasco, por supuesto) ofrece poner “todos los medios para que todos los obstáculos sean superados” (¿tregua de ETA?). Desde luego lo que no hay -y muchos esperaban- es una tregua previa. Por el contrario, lamentablemente, es previsible una reactivación de los atentados y de la ‘kale borroka’ si el referido diálogo no se inicia. Batasuna no quiere llegar a las próximas elecciones en la situación de virtual inexistencia (‘apartheid’ lo llaman) que ahora soporta. Para eso sí que va a poner todos los medios, sean cuales sean.

La propuesta de la izquierda abertzale está dirigida en primera instancia al tripartito vasco, aunque sólo aluda a sus miembros para despreciarlos. Han pasado ya los días suficientes para que se produjera una respuesta positiva por parte de éstos, pero el desprecio es mutuo. Ibarretxe y compañía quieren llegar a la cita electoral con el famoso plan del lendakari como tentadora zanahoria para el electorado abertzale. Luego se hablará con Batasuna (o no) y se intentará (o no) hacer el referéndum, o por lo menos convocarlo, una vez que ha sido despenalizado. En este escenario, ¿cuál es la situación real de Batasuna?

De frustración máxima, de desesperación, de desconcierto y desunión. Así es la situación de quien se pinta a sí mismo como motor de la historia. Y en la medida en que ni siquiera es capaz de poner sólo el ramo de olivo sobre la mesa, sino que pretende llevar también la pistola al diálogo que propone, así seguirá siendo. ¿Cuánto tiempo más pueden sobrevivir las contradicciones internas del conglomerado nacional-socialista sin estallar? Ni en Batasuna lo saben ni quieren saberlo, pero todo indica que nunca han estado tan cerca como ahora del punto de ebullición/evaporación.

Dados los antecedentes, que así sea.

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