24 diciembre, 2013

Todos, bajo estricta y abusiva vigilancia


Desde el día que, hace seis meses, el consultor tecnológico de la NSA Edward Snowden diera a conocer la vasta, sofisticada e indiscriminada política de espionaje implementada por la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense, los usuarios de Internet y de telefonía en todo el mundo han tomado conciencia profunda de hasta qué alarmante punto derechos consagrados como inviolables están siendo vulnerados so pretexto de controlar el terrorismo. Estados, políticos, empresas tecnológicas e instituciones de diverso tipo han hecho oir su voz y exigen a EE UU que ponga fin a la masiva colecta de datos, que afecta incluso a países aliados.

Los conceptos de seguridad e intimidad se han vuelto terriblemente frágiles a medida que las nuevas tecnologías han avanzado, y lo han hecho a una velocidad vertiginosa en los tiempos más recientes. Los medios de recogida y filtrado de datos son ahora gigantescos y sumamente eficaces. La tentación de utilizarlos parece haber sido irresistible para quienes aspiran a controlar no ya el terrorismo global sino el globo mismo. La información es poder y los poderes de este mundo quieren todo el poder. Para ellos las leyes son un obstáculo y su respuesta a sus restricciones consiste en violarlas en secreto.

No es preciso ser un terrorista ni un antisistema para inquietarse por las sistemáticas violaciones de los derechos de los ciudadanos que se están produciendo impunemente. La violación del secreto de las comunicaciones era y es una costumbre en sistemas totalitarios y autoritarios, que no respetan los derechos y libertades de los ciudadanos, y es nuestro deber denunciarla ,resistirla y burlarla por principio. No hacen falta razones particulares ni específicas.

Los usuarios de Internet han observado en los últimos tiempos que, en numerosas webs, aparece una advertencia que reza aproximadamente así: "Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar la experiencia de navegación (...) Si usted continúa navegando entendemos que acepta su uso". Más o menos se trata del célebre "estas son lentejas...", que nunca fue precisamente un ejemplo de democracia. Nos condenan a tragarnos sus 'cookies' (galletas, literalmente), que probablemente son inocuas, pero también las de otros, que raramente lo son. No estoy seguro, pero me parece bastante probable que el aumento de 'spam' en nuestras cuentas de correo también tenga su origen en las célebres 'cookies'.

Las cookies son microprogramas que se introducen en nuestro ordenador mientras navegamos y, en muchos casos, permanecen atentas permanentemente a lo que hacemos y reaccionan de acuerdo con su propia finalidad cuando corresponde. Su utilidad para el usuario es prácticamente nula. A cambio, son muy útiles para quienes las implementan. Las cookies denominadas 'trackers' toman nota de nuestras actividades en la red y, en cualquier momento, en la web más inopìnada, nos ofrecen anuncios directamente relacionados con nuestros intereses e incluso hacen aparecer una segunda pantalla (o más) con publicidad o propuestas de navegación supuestamente indicadas para nosotros. Entre ellos se encuentran las denominadas 'zombies', cuya característica distintiva es que, una vez eliminadas, se autoregeneran. Pero más peligrosas aún son las denominadas 'key-loggers', capaces de espiar lo que escribimos, especialmente cosas tales como contraseñas, números de tarjetas de crédito, domicilios...

 Hace meses que, inquieto por algunas anomalías, decidí instalar un programa llamado "Spy Hunter", literalmente 'cazador de espías'. Lo he estado pasando cada día, en ocasiones más de una vez, e invariablemente, detectaba y eliminaba un buen número de 'trackers' y de vez en cuando un 'key logger', siempre los mismos. En consecuencia, la experiencia era tan consoladora como inquietante, pues inquietante es que tales engendros permanezcan en nuestro ordenador durante horas hasta el momento en que son eliminados.

 Afortunadamente, hace un par de días encontré una solución que parece definitiva, al menos mientras los autores de 'trackers' no descubran un antídoto. Se trata de un complemento del navegador que utilizo habitualmente, Firefox, y su nombre es 'Self-Destructing Cookies'. Hace precisamente lo que promete, pero da al usuario la oportunidad de evitar la destrucción anunciada cuando una web es de su confianza. Ahora mi 'Spy Hunter' no detecta nada y yo me quedo tranquilo.

Quienes estén preocupados por la creciente penetración de intrusos en nuestros ordenadores aquí tienen un útil y gratuito regalo de Navidad. Firefox es un navegador de código abierto y multiplataforma elaborado por voluntarios de todo el mundo, unidos en la iniciativa Mozilla. La libertad y la seguridad en Internet son la meta de Mozilla, naciido en 1998, y, al contrario que Explorer, de Microsoft, o Chrome, de Google, carece de vinculación con los grandes monstruos tecnológicos y con sus intereses. Si no tienes este navegador puedes descargarlo aquí, y el complemento 'Self-Destructing Cookies', aquí.

De nada. Felices fiestas.

Pie de foto: Edward Snowden, considerado por muchos un héroe global de las libertades, considera que ha hecho lo que debía.